Si queremos descubrir uno de los árboles más curiosos del planeta, no podemos dejar de echar un vistazo al baobab o adansonia.
Procedente de África, no destaca por la belleza de su follaje ni por la vistosidad y aroma de sus flores y frutos; más bien, carece de todo esto, y ahí radica su encanto.
Con un aspecto casi prehistórico, aunque no alcanza las dimensiones de una secuoya gigante, lo cierto es que a su lado, cualquiera se siente pequeño.
Existen ocho especies de baobab, siete de ellas las encontramos en África -seis son endémicas de Madagascar- y una en Australia.
Es uno de los árboles emblemáticos de la isla africana, y como muchas especies vegetales, su origen encierra una leyenda: Cuentan en África que el baobab era uno de los árboles más bellos del continente, admirado por todos por su follaje y flores. Su vanidad creció tanto que los dioses lo castigaron, enterrando sus ramas y dejando a la vista sus raíces.
En efecto, parece un árbol invertido que, con sus ramas extendidas en orden anárquico, pretende implorar el perdón de los dioses.
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